viernes, 16 de enero de 2009

Mi Brandon Flowers


Y lo pido así:
Mi él es guapo.
Se ve bien con y sin barba, con y sin bigote, con y sin bañar.
Tiene presencia cuando entra a un lugar, pero cuando quiere puede pasar desapercibido.
No tiene la nariz aguileña ni con la protuberancia esa rara, tiene una nariz más bien entre recta y redonda pero no demasiado fina. Me gusta su perfil.
No es extremadamente flaco, diría más bien delgado, del cuerpo nada marcado, si acaso de repente los brazos, pero como por la fuerza normal, tampoco tiene protuberancias duras en el cuerpo.
Le gusta vestirse para verse guapo, aparte del ipod no usa accesorios, si acaso se llega a poner guantes o bufanda cuando hace mucho frío, no más.
No le gusta usar zapatos con jeans, y aunque es posible que tenga un par, no es fan de los converse como yo.
Tiene varios sweaters de rayas horizontales, porque sabe que me matan. Cuando puede se los pone a propósito. También de repente se pone algo de corredor de carreras para satisfacer mis fantasías.
Como a todos, le gusta el futbol y los juegos de video, pero tampoco se obsesiona ni se emborracha si su equipo pierde.
Sabe tocar algún instrumento de cuerdas, y no usa su talento para dedicarme canciones. Es más terapia de relajación que sueño frustrado de rockstar.
Nos gusta casi el mismo tipo de música y nos entretenemos cuando buscamos frases en las canciones que desencadenan pensamientos para compartir.
Come de todo y de repente le gusta cocinar, no siempre.
Es ordenado y limpio poco menos que yo, así me hace sentir que sigo teniendo el control de las cosas.
Su trabajo de alguna forma se relaciona con el mío, porque me enseña cosas que no conozco y puedo aplicar a lo que hago. Me encanta en sobremanera su conocimiento y lecciones de vida.
Es cariñoso pero sin llegar a ser cursi. Tiene un claro sentido del espacio personal y nunca trata de traspasarlo.
Me dice cumplidos priceless, de esos que no me incomodan pero que pueden sonrojarme y provocarme decir respuestas sin sentido.
Me gusta porque me ayuda y me hace sentir protegida, pero sigue dejándome que me sienta inteligente, útil e independiente.
Le gustan mis ataques de risa.
Me cuenta cosas con ejemplos y le gusta escuchar mis historias. Más importante aún, me pregunta cosas que nadie lo hace y que yo siempre tengo ganas de contar. Desde que lo tengo me siento más liviana.
No le molesta disculparse y lo hace cuando es necesario, es más bien considerado, no entraría la palabra noble en su descripción.
No me toma de la mano todo el tiempo, pero siempre lo hace para cruzar la calle o de repente en la acera.
No me regala flores porque sabe que me da tristeza cuando se mueren.
Es sincero conmigo siempre, pero sabe cuando mentir para no hacerme titubear. Conoce mis puntos débiles y no los usa para chantajearme. Conoce mi pasado aunque tuvo que sacármelo con tirabuzón, y lo respeta.
Me hace reir con comentarios ingeniosos, me encantan sus chistes que no son de payaso. Sabe cuando parar de decir cosas graciosas en una conversación, eso lo respeto demasiado.
Su mirada sigue intimidándome siempre.
No puedo esperar más para que me mire.
Me conquistó cuando no estaba prestando atención,
pero él siempre jura que fui yo la que lo hizo.