martes, 24 de febrero de 2009

Todo tiene un fin

Todo tiene un fin, pero a veces no le veo fin.
Y si al final el fin no es más que un simple fin?,
un fin con tres letras, no un fin de razón.
Preferiría cambiarlo por un fin en la playa
o por un fin en el sol.
Un fin con mentiras
un fin con pasión
Un vuelo adornado de azucar
un llanto liberador
Una corona con lucecitas
y unas gafas de sol
Una nueva agenda de recuerdos
y un delgado marcador
Unas risas sobre la cama
o platicas de soñador
Una comida compartida con catsup
o un horno dorador
Un abrazo del abejoso
y unas vueltas alrededor
Un día de pasear 48 horas
por arriba y bajo el sol
Un reloj de arena tapado
Un botón que parezca soldado
Un pedazo deseo encrespado
Un martes olvidado
Sólo un fin recordado









jueves, 19 de febrero de 2009

no es tristeza, es nostalgia

Cuando lloro sí que disfruto llorar.
Me encanta esa sensación de sentir la gota salada recorrer tu mejilla, el charco transparente que se forma entre tu ojo y la nariz; ver como golpea en la ropa ese pedazo de agua que provoca tu desgracia
Sentir el arroyo dentro de las orejas cuando cierras los ojos acostada en la cama pensando que así dejará de correr
Cuando no tienes ni que sollozar para saber que de verdad es dolor físico lo que no te ha provocado herida externa

El hueco en el pecho es imperceptible para todos, inminente para mi.

Tengo como una sensación que no me había tocado antes, la mitad de mi cuerpo se siente feliz, contento, el ánimo a todo lo que da, esa sonrisa sin querer que traes todo el día dibujada en los ojos. Pero la otra mitad está hueca, como acartonada, como recién lavadas las manos con un jabón sin glicerina, como cuando pisas sobre una lámina de la acera y truena al moverse, una coladera vacía, un cáscara de nuez, un pedacito de cielo mojado.

No es tan común, la mitad se siente verticalmente, un ojo contento un ojo apagado, una mano enérgica la otra acalambrada.

Una línea de blanco brillante me divide exactamente como modelo anatómico de comercial de artritis.

Cuando me levanto del lado incorrecto me mareo. Hasta creo que las uñas están más frágiles que las del otro lado.

Si me hablas del lado azuloso puede que no te responda. Puede que me encuentre lejos lejos pensando en como repetir y repetir y repetir.

Las dos cosas más dificiles de entender que me han dicho son: tu crees que no pasa nada y tú piensas que es muy facil.

Ni siquiera las dije y ya se mojaron los ojos.

Cómo alguien siquiera puede llegar a pensar o creer que sabe lo que crees o lo que piensas? cómo acaso podría llegar a pensar que lo que él cree es lo que yo pienso o que yo creo lo que él piensa? No le encuentro explicación.



Cuando escuché el no pasa nada hace unos dos años (quizá menos pero para mi se sienten como unos seis), mi pensamiento se centró a eso, a que era posible que a mi alrededor estuvieran pasando tantas cosas pero que quiza como yo seguía actuando como si todo fuera normal, como tomando lo bueno, como dándole importancia a lo importante, a lo importante para mi, entonces no significaba que no pasara nada. Yo nunca dije que tenía una visión de la vida estática. Pero uno nunca puede ofrecerle a los demás lo que ellos necesitan. A veces ni uno mismo lo recibe proveniendo de uno mismo.

No.

No es que no pasara nada, también pasaba y no actuaba como si no pasara nada. Para nada. No recuerdo más. Tengo flashazos, ráfagas de imágenes de esos momentos. Intenté arreglarlo, no recuerdo más, no recuerdo como. No lo conseguí.

Hoy está tomando forma otra vez. Volviste a aparecer como cual eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Me mandaste borrar y estás conociéndome de nuevo. Me gusta.

Pero no, eso no me mantiene desequilibrada con mi cuerpo bicolor.

Es el peso del titanio.