miércoles, 22 de octubre de 2008

Bucles lo intenta pero no lo consigue en: el misterio de las mallas negras


Después de un fin de semana de más emotivo después del Motorokr y el casi descosimiento de unas semi nuevas cicatrices por la locura que provocó Trent Reznor, Bucles se dispuso a dormir el domingo para recuperar las energías invertidas. Siendo un lunes como cualquiera, despertaron el abejoso, mini me y Bucles a la llamada del nokia austero y de voz aguardientosa. La junta de presentación de nueva campaña sería por la tarde, lo recordaba casi fotográficamente escrito en la agenda organizadora junto al monitor.


Vestida de pantalón blanco y sueter pesado verde, Bucles se enteró que la junta había sido reprogramada para el martes.


Habiendo acordado con Toñis de salir después de muchos acuerdos inconclusos, imperativo era abrir el grifo de las anecdotas y nuevos intercambios de ideas, regaños y burlas y uno que otro engaño o exageración hacia la gente que pudiera cruzarse sin entender su ácido sentido del humor -que a veces a Bucles le resulta demasiado ácido-.


Acordado estaba, la junta de presentación y la salida nocturna al son jarocho con el petocho.


Bucles intentando a más no poder hacer que matcharan las fotos en su cabeza de las revistas de moda que no compra, con las prendas que hay en su clóset, buscó la combinación ideal y no plana que la hiciera verse lo suficientemente femenina y coqueta sin perder su línea. Lo logró.


Salio de casa con la cabeza en alto desde los pies dando cada paso con un poco de rosa.


Ankle boots, mallas negras, vestidito negro de botones al frente, sueter negro, saquito tres cuartos naranja quemado, bufanda neoyorkina con colores a combinación, bolsa bronce tipo pañalera -como todas las bolsas de Bucles- con desayuno, comida, plancha para cabello, cosméticos, dinero, ipod, cepillo de dientes, frasquito de esmalte naranja y mucha actitud.

Nunca en la vida habia se había cruzado con tanta gente de esta agencia que quisiera saludarla de beso. Recibió los cumplidos con amabilidad y sonriendo a la vez que guiñaba un ojo, como la buena caricatura que es.


Dos horas más tarde, alrededor de las 11, sentada sobre una pierna como siempre, se giró con la silla hacia el lado izquierdo, y por el rabillo del ojo derecho vio algo en su pierna, totalmente imperdonable: un hoyo redondo de unos 2 cm de diámetro. Bucles se sintió como la reencarnación involuntaria de Gloria Trevi y pensó rapidamente en cómo poder solucionar el problema al menos hasta llegar a casa.


La junta se pospuso nuevamente y la media seguía rota. En la recepción del piso de abajo, la chica que responde el teléfono y huele a dentista le dio a Bucles un hilo y aguja..... azules. Lo que sea es bueno. Sin quitarse nada y con mucha delicadeza Bucles hizo la puntada invisible que le enseñó su tía cuando era pequeña y rompió una chamarra. El color se arregló con plumón permanente negro que llegó hasta la pierna. Volvimos al juego.


De regreso a casa con el cabello planchado menos planchado y más electrizado, una media remendada y un poco de arrugas en el vestido, Bucles se destinó a esperar a Toñis alrededor de las 10.

Sonó cosmic girl en el celular, lo que indicó que Toñis estaba en la puerta. Bucles bajó y cosa insólita, Toñis le dijo que se veía bien. Debió haber sido un cambio muy radical pues eso no sucede ni siquiera en ocasiones especiales.


Contenta y con gabardina, Bucles emprendió el viaje hacia el bar indicado, junto con Toñis y Machi. Bajando del metrobus un par de hombres le tiraron miradas que Bucles ni siquiera percibió su olor, pero le cree a sus acompañantes cuando se burlaron de ella al contarle.


Caminando dos cuadras largas después, Bucles en voz alta expresó su sentir: ya no aguanto el tacón de las botas, me duelen los piecitos.

Nadie dijo nada.

Dos cuadras después bucles dijo: Se me bajan las mallas. Acto seguido, con ambas manos y por encima del vestido jaló los extremos laterales de las mallas y haciendo un pie y un pie las estiró de la manera más práctica.

Toñis, con una cara que Bucles conoce bien, le dijo moviendo la cabeza en señal de negación: - así vestida.... pero diciendo eso..... me extrañaba....


Bucles soltó una carcajada sonrojada y cerró con: esto es un episodio más de Bucles lo intenta pero no lo consigue.






lunes, 13 de octubre de 2008

Un beso más

Cada vez pierdo más la memoria.

Me encanta recordar situaciones, revivir conversaciones e inventarles respuestas que no dimos, pero de repente se me olvida.

Tengo memoria selectiva, y casi siempre selecciona olvidar las buenas frases que llegan por la noche que con seguridad servirían como inicio de un buen momento de dispersión de ideas alrededor del primer punto.

Hay cosas que hubiera preferido no olvidar.

El hecho de que no lo recuerde no significa que lo haya olvidado.

Espero.

Me gusta cuando despierto contenta.