martes, 23 de febrero de 2010

un año y dos días, dos días, dos


No tienes una idea como he llorado. Tuve miedo de que se convirtiera en un río y mi lecho pasara a ser cama de agua, luego alberca, luego inundación. Hubiera sido fácil (y mejor) que me ahogara.


Incluso apagué la lámpara del techo y encendí la del buró, tenía un poco de precaución pues pensé que si era la idea prenderme de las lámparas, la fuerza sólo me daría para la de cama,


Me dije tantas cosas, me dije tantas cosas tan ciertas, rogué por otras fantásticas, por otras irreales y al mismo tiempo el sollozo las acallaba tirando del pie derecho cual enredadera fría casi húmeda que me regresa al suelo con mis raíces: las culpas


Como niña castigada me sentí, me siento, nunca me castigaron en mi juventud, pero estoy segura que así se siente: perder privilegios, perder cosas cotidianas que disfrutas, sentirte como dentro de una caja cuadrada con paredes acolchonadas y una rendija para ver. No hay nada; incómodo aunque seguro, el cuadrado no deja espacio suficiente para tus sentimientos, para tus pensamientos, para tus párpados abiertos, para la razón.


La pregunta es: porque no me doy el tiempo de hacer una entrada feliz? si momentos felices tengo, los atesoro cual guardian mitológico, me dará miedo acaso hacer de público conocimiento mi felicidad?

No,

Es más esta cuestión de privacía y egoísmo, egocentrismo que me priva de una entrada limpia y feliz, de esas que casi lastiman los ojos de tan brillantes,



Si siempre les he repetido, asuman sus consecuencias de lo que hacen, me repetía y me repetía, asume tus consecuencias, si eso dices, tienes que predicar con el ejemplo,


La corriente salada fluyó, fluyó tanto como río de chalco, como inundación de Morelia,

Y no se si me paseó, o me mareó, o me noqueó,

Dormí y soñe con tenis verdes y tobilleras de algodón, soñé con faldas verdes y huaraches de tobillo cafés, soñé con sandalias viejas y olvidadas,




Desperté, no estabas, no estuviste, pensamientos en microsegundos, llanto refrescador de mañana,

Recuerdo en la regadera confundir los hilos salados con las gotas dulces en la ducha ahorradora, ahorradora de dolor lavando unos dedos luídos, unas yemas rotas, una cara deshilachada,


No lloro por tirarme al piso, lloro por haber tropezado y oler el fango y el asfalto por mi ineptitud, por mi carencia de habilidad psicológica interna, al final si estoy en el piso,


Dispuesta a destapar la caja de madera podrida, enmohecida, dura, con aliento a fumador recien despertado después de una noche de habanos, whisky y cigarro,







Cuando compré unas tablas para picar de madera, después de la primer lavada se hicieron un poco verdeazules. Mi mamá me dijo, es un hongo, las has lavado bien pero es un hongo de la madera, es normal, se quita dejándolas al sol.

No conozco otro método,


I'm willing to use the same with my wood box.




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