Por un lado los hombres quieren una mujer que sea lo que
soy, sí, por presuntuoso que suene, pero por otro prefieren seguir en la
comodidad de la sumisión y sometimiento de las mujeres comunes que rigen sus
vidas por los momentos de locura desenfrenada y tienen la certeza de que son la
drew barrymore de su propia comedia romántica.
“El amor todo lo puede”,” si es para ti, estarán juntos”,”
lo voy a esperar porque estamos destinados a estar juntos”, dar oportunidades y
recibir momentos de arrepentimento repentino que dura lo que una luz de
bengala, de las de 3 x $10.
Trillada la idea del enamoramiento natural, siguen pensando
que no es que uno de los dos haya decidido tener un crush con la otra persona,
claro, seguramente los ángeles los cruzaron en el mismo camino para poder hacer
una historia de amor que terminará en camioneta y dos hermosos hijos.
Me dice mi amistad erótica que, incluso yo lo dije, los
hombres no están listos para una mujer independiente. Qué triste, fue tan
triste que hasta derramar bilis me hizo, es evidente porque no tengo vesícula,
y todo el coraje y estrés convertidos en ese amargo líquido amarillo puede
contabilizarse en mi bitácora de episodios de ira hacia la vida.
What! Por favor, es una impotencia tan grande que nadie se quiera
dejar llevar por la insoportable levedad del ser, que parezca como si ir al
cine los domingos y coger un par de veces a la semana -con el debido foreplay
cursilón-, sea parte de lo que una vida normal y tranquila deban contener.
No lo niego, yo también he pensado en el matrimonio, en la
idea de una vida en pareja, en los detallitos melosísimos que se me dan tan
bien, sí, pero he aprendido a disfrutar tanto de la plenitud de estar soltera,
de tener amistad erótica que satisfaga mis calenturas, de poder decidir no
hacer nada si no lo deseo, vestir y calzar para mi y mi más privado placer,
poder decir piropos a la gente que quiero sin sentirme culpable o pensar que a
mi significant other pueda molestarle, demostrar mi amor sin esperar un anillo
con diamante a cambio.
Soy joven, sí, pero sé más lo que quiero y parte de lo que
no. En general, creo que todos están en un balance al contrario, cosa que me da
ventaja que puede parecer lo contrario. Tengo tantito Teresa y mucho Sabina,
porque también sé que aguanté lo suficiente como para darme la vuelta e irme de
la ciudad y dejar de aguantar lo que me hacía tener sueños cansados y
pesadillas en el día, sé que ya probé a qué sabe la infidelidad y no me gustó –vista
desde ambar partes, ser engañada y ser la otra aunque sea por una noche-, sé
que se siente sentirse menos, sentirse infeliz, sentirse remando con todas las
fuerzas de un solo lado para sólo hacer círculos, lo sé. Y sé que eso es parte
de lo que no quiero.
A veces como buena Sabina, me gusta pensar románticamente en
mis amistades eróticas, sólo para llenar ese espacio que sobra que nadie tiene
cocinando a fuego lento, es divertido, pero lo hace complicado y eso también me
da miedo. Nunca dejé de tener miedo, pero mientras ustedes le tienen miedo a
caerse en tacones sobre el pavimento o sobre otras bocas, yo le tengo miedo a
luchar contra el mundo, a que un día de estos me encuentre a mi reto mental (o
él se dé cuenta que yo soy el suyo) y me dé en la madre y me convierta en una
de todas ustedes.
Y bueno, qué les digo de la apertura sexual, si ustedes vieran
lo lindo que suena que hablen de tríos y aventuras acaloradas, y lo triste que
es saber que lo que buscan es un promedio de tres posiciones por noche en un
solo round. No pensé que fuera a afectarme tanto, saben?
No pensé, más bien, que fuera a encontrar en diferentes
círculos sociales la misma constante en ustedes los hombres que yo pensaba que
pensaban diferente. Quizá sea simplemente porque los quiero que me da
impotencia no poder hacer o decir nada que genere otra reacción.
No pido mucho, sólo no dar tanto miedo. No pido mucho porque
no voy a cambiar, el día que me convierta en una como todas, podré hacer la
lista de mi príncipe azul, el que ustedes se imaginan como Brad Pitt, que en mi
mundo, hoy tiene cara de Mike Portnoy.
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