martes, 22 de enero de 2013

No me espíes



Lunes 28 de mayo 2007.
Llega un momento en el que dejo de sentir culpa y se convierte en cinismo y un intento de remordimiento de conciencia.
No lo logra.
Absurda es la idea de volver a lo que era. Lo extraño de igual modo, pero me resigno y asumo mis consecuencias. Si de por sí algo iba a perderse, habrá que sacar algo bueno de lo que no se recupere.
Carezco de vergüenza y la memoria a veces me traiciona. De vez en cuando llegan flashazos de locura mientras fingiendo lucidez escucho atenta las palabras de mi cabeza que se mezclan con imágenes mientras otra lengua se esmera en concentrarme en su tema.
No quiero que se acabe. Egoísta sueno y me siento díscola. No me importa. Cansada de la frustración guardar cotidianamente en el deber, sale mi maldad sin afán de medirse a discresión.
No te culpo ni te señalo, ni lo hago en el espejo. Hoy respiro con más calma, la garganta no duele más. De ansias muero sin contenerme. Ni modo.

18 de julio de 2007
Te extraño y me da pena escribirlo como si me fuera a exponer y pudieras humillarme.
Hoy lloré porque te extraño, y me hacen falta las pláticas vacías y las visitas espontáneas, los bailes que nadie ve y las risas sinceras, los abrazos apretados y despedidas largas, la sensación de la oreja sobre tu panza sintiendo la respiración y los problemas compartidos cargados por dos pares de hombros.
Extraño cenar juntos y esmerarme en la comida, los bailes de salón jamás bien aprendidos y las lenguas en la cara. Extraño las autofotos y el acomodo del cabello para los besos en la cabeza, extraño mi intromisión y mi secreta unión a la familia, extraño las memorias y el cine, extraño los antojos y los paseos por las calles, las canciones y los gritos.
Y lo más extraño es que recuerdo la ultima pelea como tal, que terminó en un abrazo interminable y dejarme sin palabras a mi que nunca paro de hablar.
Extraño los piropos y lo compartido de las cosas, extraño las mañanas desveladas. Pero las risas, eso es lo que más extraño. Es raro como la gente cambia y hemos cambiado, no supe cuando lo bueno se hizo irremediable e irreparable, aún lucho contra la actualidad, no sin haber sido advertida que los limites no deben cruzarse, siendo yo implacablemente tentada a traspasar lo permitido, viéndolo siempre como algo trivial. No será igual, ni mejor, ni peor, ni gloria, ni tormento, sólo vacío, asumo mis consecuencias pero no podré dejarlo como una decisión que no afecte mi forma de comportarme, no pude resistir pensando que la tela donde nos mecíamos parecía tan resistente y resultó ser inexistente, no me arrepiento, sólo nostalgia siento, y vuelvo a extrañar.

Justo cuando terminé de leer esto de mi celular sonó con un mensaje de la persona que inspiró estos manuscritos, hoy, el 22 de enero de 2013.
Me asusté. Me alegré.



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