Llega un momento en el que dejo de sentir culpa y se
convierte en cinismo y un intento de remordimiento de conciencia.
No lo logra.
Absurda es la idea de volver a lo que era. Lo extraño de
igual modo, pero me resigno y asumo mis consecuencias. Si de por sí algo iba a
perderse, habrá que sacar algo bueno de lo que no se recupere.
Carezco de vergüenza y la memoria a veces me traiciona. De vez
en cuando llegan flashazos de locura mientras fingiendo lucidez escucho atenta
las palabras de mi cabeza que se mezclan con imágenes mientras otra lengua se
esmera en concentrarme en su tema.
No quiero que se acabe. Egoísta sueno y me siento díscola. No
me importa. Cansada de la frustración guardar cotidianamente en el deber, sale
mi maldad sin afán de medirse a discresión.
No te culpo ni te señalo, ni lo hago en el espejo. Hoy respiro
con más calma, la garganta no duele más. De ansias muero sin contenerme. Ni modo.
18 de julio de 2007
Te extraño y me da pena escribirlo como si me fuera a
exponer y pudieras humillarme.
Hoy lloré porque te extraño, y me hacen falta las pláticas
vacías y las visitas espontáneas, los bailes que nadie ve y las risas sinceras,
los abrazos apretados y despedidas largas, la sensación de la oreja sobre tu
panza sintiendo la respiración y los problemas compartidos cargados por dos
pares de hombros.
Extraño cenar juntos y esmerarme en la comida, los bailes de
salón jamás bien aprendidos y las lenguas en la cara. Extraño las autofotos y
el acomodo del cabello para los besos en la cabeza, extraño mi intromisión y mi
secreta unión a la familia, extraño las memorias y el cine, extraño los antojos
y los paseos por las calles, las canciones y los gritos.
Y lo más extraño es que recuerdo la ultima pelea como tal,
que terminó en un abrazo interminable y dejarme sin palabras a mi que nunca
paro de hablar.
Extraño los piropos y lo compartido de las cosas, extraño
las mañanas desveladas. Pero las risas, eso es lo que más extraño. Es raro como
la gente cambia y hemos cambiado, no supe cuando lo bueno se hizo irremediable
e irreparable, aún lucho contra la actualidad, no sin haber sido advertida que
los limites no deben cruzarse, siendo yo implacablemente tentada a traspasar lo
permitido, viéndolo siempre como algo trivial. No será igual, ni mejor, ni
peor, ni gloria, ni tormento, sólo vacío, asumo mis consecuencias pero no podré
dejarlo como una decisión que no afecte mi forma de comportarme, no pude
resistir pensando que la tela donde nos mecíamos parecía tan resistente y
resultó ser inexistente, no me arrepiento, sólo nostalgia siento, y vuelvo a
extrañar.
Justo cuando terminé de leer esto de mi celular sonó con un mensaje de la persona que inspiró estos manuscritos, hoy, el 22 de enero de 2013.
Me asusté. Me alegré.
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